jueves, 3 de mayo de 2007

Disculpa el cuento largisimo

Bueno, me gustaría informarles un poco más sobre Bariloche. ¿Te parece? Entonces, llegamos el viernes por la noche, después de siete horas en el bus. Ahora, estoy más acustombrado a los buses, y cuantas horas duran. Para mi, las siete horas no eran tantas, en comparacion con lo que tuve que hacer a llegar a Torres. Leí en Cien Años de Soledad, dormí, y hablé con los otros, y esperé los momentos en que tuvimos que bajar para salir de Chile y entrar a Argentina. Lo extraño era que habian dos paraderos, y al principio, salimos de Chile, pero al tiro no estuvimos en Argentina, por eso era como un limbo (aunque limbo no existe ahora según a la iglesia católica) entre los dos paises. Lo interesante también era que había un gran diferencia entre Argentina, con casas grandes, casi mansiones, y las casas en la frontera de Chile, más chicas, más sucias, con una aparencia de haberse existidas vidas duras. Al final, llegamos en Bariloche y por taxi fuimos al Centro. Desde allá (con la pronunciación de a-cha en Argentina) fuimos caminando por el centro, lo que me parecía como una villa o pueblito que se puede ver en la tierra de nunca jamás. Todos los edificios fueron contruidos por madera, con troncos grandes y brillantes. Las ventanas de las tiendas fueron llenas de cacharra para comprar, poleras, polorones, camisas, mates, bombillas, cuchillos, cachureos, lo que sea. Habían dos chocolaterias y un resturante con tenedor libre (all you can eat). Eventualmente descubrimos el hostal, y después de almanecemos las maletas, fuimos a una parilla (pari-cha en argentino) y comimos ravioli y vino.
El segundo día, fuimos por bus 20 a Cerro Campenario, que tiene una vista increible de la región. Era un día despejado, entonces, pudemos ver todo, las montañas, los lagos, puebiltos chicos, increible. Caminamos a la cumbre, y nos acompanaron dos perros callejeros simpaticos. Uno lo llamamos Loche. A la cumbre conocimos a una niñita chica quein tiene madre que trabajaba en la cafetería alla, y ella comió muchas cucharros y bebidas, y hablaba con nosotros. Se llama E y tiene 6 años y cinco hermanos. El acento argentino, aunque fuerte, es a veces más facil a entender que lo chileno porque ellos pronuncian toda la palabra en vez de solamente la primera parte. También, conocimos a algunas argentinas, incluyendo una que era guapisisima. También, había un italiano que nos recomendó que debemos hacer el recorrido del siete lagos hasta San Martin. Bajemos y regresamos al centro, donde encontramos informaciones sobre lo que hay para hacer en Bariloche. Debido al hecho que ahora es la estación baja, no podíamos alquilar cabalgatas, pero no había nieve tampoco, entonces no podíamos gozar los frutos del invierno. Tuvimos hartas dificultades en decidir lo que ibamos a hacer (porque nadie era muy decisivo), pero al final, después de mucha debate, decidimos hacer el recorrido de siete lagos. Fuimos a un mercado artesenal, y aprendimos mucho sobre mates, bombillas, y como preparar un mate. Es un proceso, y no me dí cuenta antes, y gastamos harto dinero alla. Después, fuimos a comer en una parilla, y esa noche, comimos bife, lo que era tan riquisisimo, con papas de puré. De hecho, comi tanto que me dolía el estomago, por eso tuve que regresar al hostal, donde conocí a Javier, un chico de Buenos Aires alla para las vacaciones del feriado. Él me trató de convencer del poder de Boca Jrs, pero por ahora, creo que voy a quedarme fiel a Colo Colo. Discutimos mucho, y después dormí.
Leventamos temprano, fuimos a Rentacar, y arrendamos un auto. Era un Fiat Uno, sin dirreción hidraulica en el volante. Aunque las papeles dijeiron que el auto era de 2006, no hay nada que ver con ladura. De todos modo, fuimos, mirando los Siete Lagos en el parque nacional Nahuel Huapi, que es re conocido por los arbóles cipréses son hermosos. Pasamos por el lago Nahuel Huapi, lo que vimos desde la cumbre de Campenario, y también el Correntoso, el Espejo, Espejo Chico, Traful, Escondido, Villarino y Falkner. Casi todo el rumbo está calle de ripio, pero de todos modos, era muy divertido y hermosa. Paramos mucho para sacar fotos (mire el enlace mis fotos) y al dentro del auto comimos pan, queso, chocolate, manjar, y mermelada, y nos dimos cuentas que casi somos chilenos. Al final de la calle de ripio, llegamos en San Martin, lo que es casi un puebilto muy parecido a lo que haya en Vail o Aspen. Era muy turistica, también con edificios de madera, y muy falso, como una villa del pan de jengibre. Regresamos, por otra calle de ripio, y por razones multiples, no era tan divertido. Si has conducido en un calle de ripio, por la noche, en un mecanico Fiat Uno sin dirreción hidraúlica, con tu amiga gritando sobre ratones fantasmas por una hora y media, sabes de lo que estoy hablando. Bueno, basta sobre los lagos, porque las fotos los dan justicia. Después del recorrido duro, Allen y yo cocinamos una cena deliciosa de Stir fry con bife. Después, Allen y yo tuvimos una competencia de fútbol de la mesa, y él me ganó harto.
El ultimo día en Bariloche, fuimos a Villa Catedral, el centro de esqui. Aunque casi todo era cerrado porque no hay nieve, me parece un lugar increíble y uno que me gustaría conocer cuando la haya. Allen y yo decidmos subir Catedral, y aunque hacia nubes, era muy divertido. Dylan se fue a Cerro Otto para conocerlo. Cuando regresabamos, nos encontramos en una librería, y todos nosotros compramos libros, porque en Argentina no hay impuestos en libros. Esa noche, cocinamos de nuevo en el hospedaje, una cena de pasta y queso con brocoli. Muy rico. Ibamos a ir a un festival de reggae, y también a un festival de tango, pero al final no tuvimos ganas hacerlo. Igual, conocimos más gente en el hospedaje.
Al regreso a Valdivia, conocí un chico de 12 años que vive en Las Animas. Jugamos mucho cachipun (rock paper scissors) y el quemado (hangman) y hablamos mucho. También nos mostramos fotos de nuestras experiencias propias en Argentina. Él era muy simpatico y chistoso, y aunque no he tenido mucha experiencia con niños acá, estoy feliz que lo conocía, porque lo hizo volar las horas en el bus. Lo uníco malo era que tuvimos que esperar 5 horas en el terminal de buses porque había problemas con las papeles del bus. Qué fome eso, pero al final, llegamos en Valdivia, seguro, lo que es lo más importante. Ahora, tengo que ir en regimen debida a la cifra de chocolate y queso que comí, pero vale la pena de conocer Bariloche.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hi; it sounds like a great trip; i love the chocolate shop; hope you brought some for me....i used to have a fiat in the early 70's. they are fun to drive but not very good cars....are you better now after eating too much junk? love, mom